miércoles, 15 de octubre de 2014

Esta Carta es para mis dos hermosas hijas.

A mis hijas: Anabel e Isabel Hijas les agradezco que sean parte de mi vida, por ustedes lucho día a día, son el motor de mi vida y mi existencia y mi fuerza cada día. Nunca pensé en que lo que inició como una historia de dos, terminaría en historia de una persona. ¿Saben? Lo más maravilloso de esa relación que terminó, se quedó conmigo, ustedes mis hijas, las amo, Sólo recuerden que mientras Dios me permita estar con ustedes les daré sin medida todo el amor, cariño, comprensión apoyo, atención, abrazos y besos que necesiten, y también que no necesiten. Les proporcionaré las bases para que sean personas buenas y siempre se comporten de manera correcta por la vida, orgullosos de ustedes mismas y lleguen a la meta más alta que se propongan; yo estaré ahí para darles la mano en el momento que sientan que les falta fuerza para seguir adelante. Recuerden tener la mente de triunfadoras, en este mundo sólo las personas que se atreven a seguir adelante, a pesar de los tropiezos que nos pone la vida por delante, son las que tendrán fortaleza para afrontar cualquier adversidad. Siempre confíen en Dios, él será la mejor guía en momentos en que al alma se la quiera comer la tristeza, decepción, abandono o frustración; por ningún motivo dejen de tener fe. Gracias por sus palabras de aliento cuando sentí que se me acababa el mundo, el amor que me dieron desde pequeñas, como bellos ángeles de Dios, con esas vocecitas que me decían “papi ¿estás bien?” y aunque mi corazón se partía y se hacía pedazos, renacía en mí el valor y la fuerza para continuar adelante con una sonrisa, siempre con las mejores expectativas para el futuro, que hoy es presente y puedo verlas crecer cada día veo que son lo mejor de mi vida son etapas que nunca voy a perderlas . Al verlas pienso lo mucho que valió la pena no voltear la vista atrás, siempre viendo al frente tomada de sus manos. Gracias a Dios y a la vida por la más inmensa alegría, por su amor y su compañía. Las amo